Violencia sin impacto en el turismo… ¿o discurso sin autocrítica?

Tras una jornada violenta que alteró la paz en municipios como Pabellón de Hidalgo, el presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles en Aguascalientes, Roberto Ramírez Chávez, aseguró que el turismo no ha sufrido afectaciones y que la ocupación hotelera sigue su curso sin cancelaciones. Sin embargo, esta postura que podría parecer alentadora también revela un preocupante intento de minimizar los hechos y evitar una discusión seria sobre la fragilidad de la seguridad en el estado.

Si bien es cierto que no se han reportado cancelaciones masivas en los hoteles, el argumento de que “Aguascalientes es un estado tranquilo” empieza a desdibujarse cuando se observan operativos de alto impacto, la localización de campamentos del crimen organizado y la participación de fuerzas federales en acciones de contención. Aceptar que no hubo consecuencias inmediatas en el turismo no debería ser sinónimo de negar la creciente preocupación ciudadana por la inseguridad.

Más que celebraciones prematuras, lo que se espera de los líderes del sector y las autoridades es una postura crítica y constructiva. Es válido reconocer la rápida intervención de las fuerzas de seguridad, pero también es necesario preguntarse por qué un grupo criminal pudo instalarse en el estado sin ser detectado previamente. La narrativa de “todo está bien” no basta para reconstruir la confianza, especialmente cuando los hechos violentos alcanzan zonas tradicionalmente pacíficas.

Asimismo, resulta cuestionable que se utilicen los buenos indicadores turísticos como un escudo para evitar un análisis profundo de la situación. La seguridad no se mide sólo por la ocupación hotelera, sino por la capacidad del estado para garantizar condiciones estables y prevenir hechos de violencia. Aguascalientes ha construido durante años una imagen de tranquilidad que ahora requiere más que discursos para sostenerse: necesita estrategias de prevención, inteligencia y coordinación interinstitucional.

Por último, llama la atención la rapidez con la que los empresarios del sector se alinean al discurso oficial. ¿Dónde queda el papel crítico del sector privado como contrapeso y como actor que puede exigir más transparencia, resultados a fondo y garantías reales? El apoyo a las autoridades es legítimo, pero la complacencia puede ser peligrosa si impide ver las fisuras que se están abriendo.

Aguascalientes sigue siendo un estado con fortalezas, pero no está exento de amenazas. Ignorarlas o maquillarlas es darle la espalda a una realidad que ya tocó la puerta. El turismo puede no haberse detenido, pero la tranquilidad de muchos ciudadanos sí se ha puesto en entredicho. Es momento de reconocerlo sin adornos.

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