La reciente inhabilitación de ocho andenes en la Central Camionera, tras el colapso parcial del techo provocado por las lluvias, no solo revela un daño estructural grave, sino que también pone en evidencia una probable falta de mantenimiento adecuado y una gestión preventiva insuficiente.
Aunque no hubo lesionados porque la zona estaba despejada al momento del incidente, el desprendimiento —que afectó andenes de líneas como Primera Plus, Estrella Blanca y ETN— refleja un deterioro acumulado que no fue detectado ni corregido a tiempo, pese a que se habían realizado remodelaciones superficiales en las fachadas.
Carlos Cruz Reyes, administrador de la terminal, reconoció que la intensidad del temporal superó las previsiones, pero omitió explicar por qué no se anticiparon estas vulnerabilidades estructurales en una zona tan crítica para la operación de la terminal. La demora en definir un plan claro para la reparación, sin una fecha concreta para la conclusión de los trabajos, genera incertidumbre entre usuarios y operadores, afectando la confianza en la seguridad y el servicio.
La reubicación temporal de operaciones muestra capacidad de reacción, pero no sustituye la necesidad de una gestión de mantenimiento integral, con inspecciones periódicas y acciones preventivas que eviten poner en riesgo la infraestructura y la seguridad de miles de pasajeros.
La decisión de cubrir los costos sin ayuda federal puede ser positiva en términos de autonomía administrativa, pero debe ir acompañada de un compromiso transparente para evitar que este tipo de incidentes se repitan, pues la seguridad y funcionalidad de la Central Camionera es un asunto prioritario para la ciudad.
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