La noche del 6 de mayo fue testigo de un reencuentro esperado y apasionante: Grupo Duelo volvió a encender el corazón del Palenque de la Feria Nacional de San Marcos con una presentación que reafirmó por qué, a pesar del paso de los años, siguen siendo uno de los fenómenos más queridos y vigentes de la música norteña-romántica.
Desde que se anunció su participación en esta edición de la feria, la expectativa fue creciendo entre el público hidrocálido, que ha hecho de Duelo uno de sus favoritos edición tras edición. Y no es para menos: con más de dos décadas de trayectoria, esta agrupación originaria de Texas ha sabido mantener viva la esencia del amor dolido, del desamor profundo y del anhelo eterno, todo envuelto en melodías que ya forman parte de la memoria colectiva de varias generaciones.
El Palenque vibró desde el primer acorde. Temas como Puño de diamantes, Sentimientos de cartón, Malabares y Te compro fueron coreados a una sola voz por miles de asistentes que, entre nostalgia y emoción, recordaron que lo clásico nunca pasa de moda. Duelo no solo canta al amor; lo revive, lo transforma y lo comparte con un público que ha crecido junto a sus canciones.
Lo que ocurrió en el Palenque fue más que un concierto: fue una comunión entre artistas y fans. El carisma de Óscar Iván Treviño, vocalista y líder de la agrupación, llenó el escenario con cada palabra dirigida a sus seguidores, quienes respondieron con ovaciones, aplausos y gritos de emoción que retumbaban en cada rincón del recinto.
Duelo ha sabido evolucionar sin perder su esencia. Su capacidad para conectar con nuevas generaciones sin traicionar su estilo les ha ganado un lugar privilegiado en el corazón del público mexicano y de la comunidad latina en Estados Unidos. Cada presentación suya es una prueba viva de que la música que nace del alma no conoce de modas ni caducidad.
Así, entre luces, emociones y canciones eternas, la noche del 6 de mayo quedará grabada como una de las más memorables en esta edición de la Feria de San Marcos. Duelo no solo se presentó, volvió a enamorar. Y el Palenque, una vez más, fue testigo del poder que tiene la música para unir corazones.
Fotografia: Cortesia de Abigail Loera
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