En el corazón de Aguascalientes late una tradición culinaria sencilla pero profunda: el bolillo con crema. Crujiente por fuera, suave por dentro y acompañado de un relleno modesto pero contundente, este platillo se ha convertido en un símbolo gastronómico que refleja la identidad y el día a día de sus habitantes.
El secreto comienza con el bolillo tipo mancuerna, una variedad local que se destaca por su resistencia y textura firme. Introducido en la región durante la década de los cuarenta por una compañía de levadura alemana, este pan se adaptó a los gustos y necesidades de los aguascalentenses, ganando un lugar especial en su mesa y su cultura.
El bolillo con crema combina ingredientes tan sencillos como la crema fresca, jamón, chile jalapeño y, en ocasiones, cueritos, creando un equilibrio perfecto entre sabor, textura y practicidad. Este antojito callejero no sólo alimenta el cuerpo, sino que también une a las comunidades, desde la tiendita de la esquina hasta los puestos más concurridos en la Feria Nacional de San Marcos.
Reconociendo su importancia cultural, cada 3 de julio en Aguascalientes se celebra el Día del Bolillo con Crema, una jornada que rinde homenaje a esta emblemática receta. En 2024, la Cámara Nacional de la Industria Panificadora y el Grupo de Industriales Panaderos de Aguascalientes, liderados por César Salado, repartieron gratuitamente 14 mil bolillos con crema para compartir esta tradición con todos. Para 2025, la meta es aún mayor: entregar 20 mil piezas en plazas públicas, panaderías y centros de atención a personas en situación vulnerable, llevando así un poco de sabor y calidez a toda la ciudad.
Así, el bolillo con crema no es solo un alimento cotidiano; es un crujido que conecta generaciones, una expresión de la historia y la cultura de Aguascalientes que se disfruta en cada bocado, y un recordatorio de que lo sencillo puede ser profundamente significativo.
FOTOGRAFIA: CORTESIA DE ABIGAIL LOERA
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