Aguascalientes vivió una noche inolvidable en el escenario principal del Corredor Cultural Carranza, donde la música se convirtió en un puente entre culturas, corazones y generaciones. Los sonidos que cruzan continentes y las voces que cuentan historias de lucha, alegría y pertenencia hicieron vibrar al público en una jornada cargada de emoción y potencia artística.
La tarde comenzó con el talento local de La Guaya Roots Safari, agrupación originaria de Aguascalientes, que envolvió al público con la calidez de su reggae. Canciones como Lento, Pabellón Duv y Helicóptero crearon un ambiente de conexión y buena vibra, dando inicio a una celebración que fue de menos a más.
Pero el verdadero estallido musical llegó con el proyecto De Bolivia para México, conformado por Alandino, Perro Negro y DJ Pablo Pachacutik. Esta poderosa fusión de hip hop, cumbia, boombap, rock y folklore andino-latinoamericano transformó el escenario en un torbellino de sonidos y emociones. Con más de 15 años de trayectoria, estos artistas no solo compartieron su música, sino su identidad, su historia y una energía que hizo cantar, bailar, gritar y saltar a todos los presentes.
Las canciones La Unión es la Fuerza, Agi de Lengua y La Chicha al Pulque resonaron como himnos de resistencia y celebración. El público, completamente entregado, fue testigo de una fiesta musical que se sentía tan cercana como ancestral, tan callejera como ceremonial.
Pero lo más conmovedor de la noche fue cuando los artistas invitaron al escenario a niñas, niños y jóvenes de la colonia La Barranca, quienes participaron en el taller “Aprende a Elaborar una Composición de Rap desde Cero”. Ellos, junto al grupo, interpretaron una pieza creada colectivamente, cerrando el círculo entre arte, comunidad y transformación social.
El Corredor Cultural Carranza se confirma como un punto de encuentro donde la música derriba muros y construye puentes. La fiesta continúa y los ritmos del mundo seguirán dejando huella en cada latido de esta ciudad.
Fotografia: Cortesia del IMAC
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