Este 30 de julio se celebra el Día Mundial del Pay de Queso, una fecha no oficial pero sí deliciosa, que invita a rendir homenaje a uno de los postres más populares y versátiles del mundo. Aunque su origen exacto es difícil de rastrear, el pay de queso —o cheesecake— tiene raíces profundas que se entrelazan con la historia misma de la humanidad, desde la Antigua Grecia hasta las pastelerías contemporáneas.
Un postre con raíces milenarias
El antecedente más antiguo del pay de queso se remonta al año 776 a.C., cuando los griegos lo preparaban como una fuente de energía para los atletas olímpicos. Hecho con queso fresco, miel y trigo, el "cheesecake" era una mezcla sencilla pero energética. Con la expansión del Imperio Romano, esta receta viajó por Europa, adaptándose a los ingredientes y gustos locales.
En la Edad Media, el uso del queso fresco y el azúcar se mantuvo, pero fue hasta el siglo XVIII, con la invención del queso crema en Estados Unidos, que el pay de queso adoptó la textura cremosa y sabor suave que hoy conocemos.
El sabor que conquistó el mundo
Nueva York se volvió la capital moderna del cheesecake con su icónica receta: una base de galleta, queso crema, huevos y azúcar, horneada hasta alcanzar una consistencia densa y sedosa. Sin embargo, cada región ha adaptado esta receta: en Japón se prepara al vapor, en Italia se usa ricotta, y en México es común ver versiones con frutas tropicales, rompope o cajeta.
Más allá de su sabor, el pay de queso representa una fusión de culturas, una reinterpretación de lo dulce a lo largo de los siglos. Es un postre que trasciende fronteras y se reinventa en cada cocina, en cada celebración y en cada historia familiar.
Un día para celebrar sin culpa
Aunque no existe un organismo oficial que declare el 30 de julio como el Día Mundial del Pay de Queso, la efeméride ha ganado popularidad en redes sociales y medios gastronómicos como una oportunidad para rendirse al antojo. Panaderías, cafeterías y reposterías artesanales se suman con promociones, lanzamientos especiales y degustaciones.
Este día es más que una excusa para saborear una rebanada: es una invitación a explorar nuestras raíces a través del paladar, a descubrir cómo un postre puede contar historias y construir puentes entre culturas.
Porque en cada mordida de pay de queso, hay un pedazo de historia y tradición.

FOTOGRAFIA: CORTESIA ABIGAIL LOERA
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